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Escribiendo sobre la tecnología en su contexto

Sobre los humanos (y los no-humanos)

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Un fragmento de lo último que he escrito en mi tesis dice:

Natural y social son dos categorías ontológicas con las que convencionalmente organizamos una buena parte de nuestro pensamiento social y que resultan de la asunción de que existen dos esferas diferenciadas pobladas por entidades de naturaleza distinta: la Sociedad y la Naturaleza. Unas se consideran dadas (los polvos de talco, los púlsares…) mientras que otras se toman como construidas (Internet, los dioses de madera…). Sin embargo, no hay por qué aceptar esa clara diferenciación entre la Naturaleza y la Sociedad, entre lo que consideramos construcciones sociales y esencias naturales. Hay otros vocabularios posibles, otras ontologías alternativas.

Abro el periódico, pongo la radio, o  voy escucho furtivamente alguna conversación ajena… y la misma discusión metodológica la encuentro en plena calle. Es un alivio.

Hace un par de días, los corredores del Tour de Francia, hicieron una especie de huelga, todos corriendo bien juntos hasta que sólo faltaban 20 kilómetros para la meta. Protestaban porque los responsables del Tour habían decidido que no podía usarse en la etapa el pinganillo, el transmisor que le permite al director de equipo comunicarse con todos los corredores y organizar la estrategia de equipo de manera coordinada y en tiempo real. Ni a los directores ni a los corredores parece que les gustó la idea de prescindir del cacharro.
Lo natural y lo artificial. Parece bastante clara la diferencia. Y echamos mano de ella en cualquier momento y la aplicáramos en múltiples contextos. Quizás no sea tan evidente.
De hecho, la diferencia se difumina cotidianamente, o plantea constantemente problemas.
Negociamos permanentemente los límites de nuestra humanidad, la definición de lo que somos y nos constituye como humanos: ¿qué significa a fin de cuentas ser humano? El deporte parece un campo excepcional para prestar atención a esa negociación. La Fórmula 1 quita y pone ayudas electrónicas a los pilotos. Si les concede demasiadas ayudas entonces ocurre que la humanidad de la conducción acaba diluyéndose… el bañador de un nadador queda excluido de las competiciones, al atleta Pistorius no es aceptado (¿finalmente sí?) porque sus prótesis le hacen más que humano, sobre-humano, super-humano… sus prótesis ¿artificiales? Son una ventaja frente a sus competidores, ¡pese a que Pistorius no tenga piernas! Al final no corrió con los atletas completamente humanos. Pero ya llegará uno que lo haga.
Surgen un sinfín de preguntas: ¿quién o qué es los que hace ganar?: ¿el coche o el piloto?; ¿el bañador o el nadador?, ¿las instrucciones del jefe de equipo o la pericia, arrojo y aguante del ciclista?, ¿las prótesis o el corredor?, ¿a quién le atribuimos la victoria?
De lo que se trata, en el fondo, es de delimitar en todos estos casos los límites de nuestra humanidad, pero cada día parece más difícil mantener las fronteras claras, los límites definidos de una humanidad entendida como… ¿cómo qué?
Y ahora, llegados a este punto, ¿dónde queda Internet?…

Written by Adolfo Estalella

16 16America/Adak July 16America/Adak 2009 at 6:23 pm

Posted in Otras

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