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La Biblioteca Nacional, abre y cierra el acceso a la cultura
Supongo que el tema aburre, pero la única forma de luchar por el desarrollo de una cultura participativa es denunciar cada uno de los errores o de los abusos por los cuales los ciudadanos somos expulsados justamente del espacio creativo de la cultura. Cuando los responsables (de esos errores o abusos) son instituciones privadas, empresas, el asunto es complicado, porque están amparadas por la ley. Poco se puede hacer. Por eso es tan trascendental cada modificación que se realiza en las leyes de propiedad intelectual: cada espacio de la cultura que perdemos (nuevos o viejos usos que se prohíben, otros que no estaban regulados y ahora pasan a estarlo, nuevas restricciones sobre usos colectivos…) no volveremos a recuperarlo. Pero cuando los errores o abusos son cometidos por instituciones públicas, entonces ahí no tenemos que dejar pasar ni una.
Como ocurre con la decisión de la Biblioteca Nacional de digitalizar la parte de su hemeroteca en dominio público (periódicos con más de 75 años y cuyos derechos de autor han expirado) y publicarlo en Internet con copyright, vía Tíscar y Millán. Esto es así porque si bien la obra ha expirado, la edición digital de la obra tiene justamente derechos de edición. Pero, como Tíscar se pregunta, ¿no sería lógico que lo hubieran editado con una licencia copyleft que permita, por ejemplo, usos no comerciales?
El problema con quienes militamos en este lado de la cultura, lo que pensamos que las leyes y la tecnología nos están expulsando del territorio de la creatividad (pese a los espejismos y la demagogia utópica de los gurús ingenuos o interesados) pues esos que militan o militamos no estamos organizados. Así que somos como un enjambre de grillos haciendo cric, cric.
Hay por ahí un artículo muy interesante de James Boyle, titulado ‘Cultural environmentalism’ (hay dos versiones, una en prensa, y otro artículo especializado que no localizo en Internet pero que podría pasar en PDF al que esté interesado) en el que traza una analogía entre los movimientos ecologistas en defensa del medioambiente, y la lucha por la defensa actual de la cultura. Mientras no haya un movimiento organizado, como el de los ecologistas, en defensa de una cultura abierta y participativa (lo que no significa una cultura completamente gratuita, anárquica, sin leyes y donde todo vale), pues mientras no nos organicemos, lo ciudadanos seguiremos quedando en los márgenes de la cultura. Seremos marginados y expulsados por quienes hacen y deshacen en las grandes instituciones desde las que se organiza la cultura.
Es vital que nos organicemos, y necesitamos lograr iconos que nos sirvan de referencias. Una gran editorial que edite con copyleft, una gran institución que se sume al movimiento, científicos de referencia, abogados de renombre, artistas…
Medidas como la adoptada por la Biblioteca Nacional ocurren, apostaría, en parte por falta de información. Estoy seguro de que nadie se ha planteado en esa institución la posibilidad de usar una licencia Cretive Commons o similar que permita el uso no-comercial por parte de cualquier ciudadanos, como sugiere Tíscar. Quienes peleamos por lograr una cultura libre tenemos que ser capaces de acceder a interlocutores en esas instituciones para contar las opciones que ofrece una cultura abierta. Pero eso, sin duda, cuesta esfuerzo. ¿Hay alguien dispuesto a relziarlo? Quizás estamos en la época de sólo las palabras.
El enemigo es la industria (en la batalla del copyright)
Quizás tendemos a olvidarlo, en la batalla de la propiedad intelectual, el enemigo es la industria. Quienes peleamos por lograr un modelo más justo (para autores y para los ciudadanos) nos olvidamos de esto en muchas ocasiones.
Es la industria la que estrangula a los distribuidores, la que se aprovecha de los autores, la que nos expropia de nuestros legítimos derechos, etc. Sólo hay que ver lo que Disney hace con los distribuidores de cine, puestos en pie (bien es cierto que es la misma estrategia de abuso que los grandes distribuidores alimenticios ejercen con los agricultores).
Los autores son parte esencial de la lucha. La única estrategia posible pasa por convencerles, proporcionarles argumentos, de que la lucha a favor de una cultura más libre (que no significa gratuita) es a favor de ellos, y de los ciudadanos.
De momento, una nueva batalla perdida, la nueva ley de propiedad intelectual ha sido aprobada en el parlamento. Como dice Nacho Escolar, un triunfo para las sociedades de gestión, aunque esperaban más. El canon sobre los soportes digitales será proporcional al precio de los soportes.
Hay que pelear. Gente como Ana, una mujer valiente, que regenta una pequeña tienda de consumibles (Traxtore), y que no se pliega a los abusos de las sociedades de gestión, es de admirar.
Una opción posible: el copyleft. Hoy el EP3 de El País le dedica la portada (arriba en la foto), quizás comienza a abrirse una posibilidad.
El Capitán Copyright vela por la ley
Poner la venda antes de la herida, o las esposas antes del delito. Esto del copyright se parece cada vez más a esa visión utópica/distópica de Minority Report. Los chicos del conocido blog Boing Boing han recibido las mismas cartas amenazantes que otros blogs, en las que un despacho de abogados británicos les avisa de que estarán vigilando su web por si se les ocurre ofrecer descargar o videos en streamming del campeonato mundial de fútbol.
Lo terrible es el aviso: 'eh, cuidado con lo que haces, que te estamos observando'. ¿Alguien se imagina que esto pueda suceder en otro ámbito?, que lleguen a una tienda y digan unos picapleitos: cuidado con lo que usted vende, que le vigilamos.
Lo mejor, para evitar estos posibles actos criminales, es educar a los niños en el respeto estricto del copyright. Sin duda, hay que llevarlos por el camino correcto desde la infancia. Y nada mejor que adoctrinar con un cómic educativo protagonizado por el 'capitán copyright (vía Barraùnto) y creado por la Canada's Access Copyright Agency. Lamentable.
Habemus Ley de Propiedad Intelectual
Podemos atarnos los machos porque la nueva Ley de Propiedad Intelectual ya ha sido aprobada. El cambio es drástico en algunos aspectos y lo notaremos poco a poco. Podríamos pensar que todo ha terminado ya con esta ley hecha realidad. Nos equivocaríamos. Es sólo una batalla más de una guerra que no acabará nunca. Quizás es ahora cuando queda más claro que los ciudadanos deberíamos considerar que si no queremos que sigan expropiando nuestros derechos tenemos que organizarnos, al menos eso era lo que señalaba hace unos días y que otros como Juan Varela (wiki por una cultura libre) se han tomado muy en serio.
La ley se aprobó el 24 de mayo y yo, que estoy verdaderamente interesado por el asunto, no he tenido noticia de ello. Estamos desarmados.
Entre las nuevas medidas que veremos aplicar a través de la nueva ley: canon sobre las líneas ADSL, más canon sobre todos los soportes digitales, discos duros de ordenadores incluidos… pero es mucho más que una cuestión económica. Se trata de una concepción de la cultura mercantilista. Se trata de defender que las únicas obras de creación que importan son aquellas que están destinadas a la comercialización. Que es más importante la canción de un profesional que la de 1.000 adolescentes aficionados a remezclar, que lo que hay que proteger son las novelas editadas, y no los cuentos y relatos de amateurs… nos quedamos sin cauces para la creación. O cuando menos se nos estrechan mucho, mucho.
La ‘Web 2.0’, una marca vacía con dueños
Vaya, vaya, no deja de ser irónico. Pero a fin de cuentas cae dentro de la lógica. Han vendido la ‘web 2.0’ como la nueva Internet, colaborativa, participativa, echa hecha por los ciudadanos… y resulta que el nombre de esa presunta nueva web 2.0 no puede ser usado libremente porque tiene dueños. Eso es, la gente de la editorial O’Reilly, los inventores de la marca ‘web 2.0’, han registrado esta palabra y han comenzado a amenazar con llevarlos a los tribunales a aquellos sitios que la usen. Una vergüenza.
Es tan inconcebible… por ejemplo, si Fernando decide montar en la Universidad de León un curso con el título ‘Web 2.0: herramientas y tecnologías en educación’, mi pregunta es ¿podría caerle un paquete por violar la marca de O’Reilly?. Es una locura, pero es la forma como funciona el sistema de propiedad intelectual en nuestra época. Las palabras pueden tener dueños.
En realidad, si rascamos sobre la idea de ‘Web 2.0’ podremos comenzar a ver que quizá no todo es tan bonito como parece. Una web de la participación… sí, pero uno puede participar siempre que cumpla con las condiciones precisas que establecen los usos. Que envíe sólo las fotos que Flikcr considera convenientes, o los videos que YouTube considera aceptables.
Cada vez tengo más la impresión de que esos presuntos ejemplos de ‘Web 2.0’ no son más que rediles tecnológicos para encauzar cómodamente lo que resulta aceptable y lo que no. Una web participativa pero tutelada. La ‘Web 2.0’ no es más que otra forma de comercialización de la Web, y quizás, como demuestra O’Reilly, que se sacó de la manga el término para montar una conferencia, no es más que una marca vacía.
Sin portavoces legítimos, en la batalla del copyright
¡Houston, tenemos un problema!: carecemos de portavoces. Ese es el gran problema al que nos enfrentamos los ciudadanos (internautas o no, en la guerra de la propiedad intelectual). Carecemos de portavoces que nos representen.
He trabajado como periodista (y aún lo hago cuando puedo) y el problema que me encontraba al tratar un tema relacionado con la propiedad intelectual (ya fuera el canon, los abusos de los sistemas anticopia y DRM, nuevas leyes, etc.) es que no había portavoces claros y legitimados para hablar de este tema. De parte de los autores y de la industria cultural está claro: SGAE, AIE, EGEDA… y cincuenta más. De parte de la industria las asociaciones y patronales: ASIMELEC, AETIC, etc.
Pero, ¿quién habla de parte de los ciudadanos?
La Asociación de Internautas, que hace lo que puede pero con mil frentes abiertos (los dominios .es, la promoción de la sociedad de la información, los abusos del ADSL, el phising…) no da más de sí, algunas asociaciones de consumidores como FACUA (destacada en este asunto, pero que defiende otros mil frentes), y algunos activistas destacados como David Bravo, Enrique Dans, Ani de La Mundial.net, muy especialmente Javier de la Cueva… pero todos ellos hablan por sí mismos, carecen de protavocía de multitudes. Y está claro que una multitud siempre es un buen argumento.
Desgraciadamente necesitamos portavoces de los ciudadanos en la pelea por la propiedad intelectual, por el procomún. Porque el canon de ahora, los dilemas por las redes P2P… se resolverán de una forma u otra, pero después vendrán nuevos sistemas radicales que volverán a desafiar las leyes y los modelos de la industria cultural (¿qué pasará cuando los reproductores digitales de música permitan intercambiar las canciones de un reproductor a otro, en la calle?: “te paso mis 20 GB”, por ejemplo, o cuando los sistemas P2P funcionen en los teléfonos móviles y las operadoras quieran hacernos pasar por el aro, o cuando estas mismas operadoras capen el wifi de los teléfonos para no perder su recaudación de la 3G).
Necesitamos, como ciudadanos y como sociedad, una organización fuerte que defienda nuestro derecho de acceso a la cultura.
Necesitamos una organización con los pies en el suelo, que pelee por el acceso a la cultura y muy consciente de que para jugar en este campo hay que hilar fino con la industria de producción cultural y con la industria tecnológica. Hay que arrimarse a los segundos en ocasiones, porque compartiremos intereses (eliminar el canon) y no plegarse a ellos en otras (no admitir los DRM), y negociar sobre todo con los primeros, desacreditando el argumento falaz que manejan: que ellos son los representantes y portavoces de la cultura. Este es quizás el principal punto a batir. Ahí van cinco puntos para considerar en este asunto.
- Los derechos de autor son buenos. Defienden al autor de los excesos que las empresas podrían cometer contra ellos. Yo escribo un artículo cualquier gran conglomerado lo publican sin mi consentimiento, sin remunerarme, modificándolo a su gusto… la única defensa contra esto son los derechos de autor.
- El problema con las leyes de derechos de autor es la articulación de la ley. La ampliación ilimitada en el tiempo y en los usos de la cultura que la ley está limitando enormemente.
- Crear una página web es cultura, hacer fotos y colgarlas en Flickr es contribuir a la cultura, escribir relatos y difundirlos a través de Internet es hacer cultura. En el nuevo ecosistema tecnológico todos somos autores.
- La cultura no es sólo lo que produce el sector del entretenimiento (editoriales, discográficas, productoras de cine, etc.). Cultura es cualquier creación, sea remunerada o no, llegue a 1.000 personas o a un millón.
- La SGAE y el resto de entidades de gestión no son los portavoces legítimos de la cultura. Sólo representan a algunos autores y artistas, y sólo defienden un determinado modelo de cultura: aquel que concibe la cultura como un sector económico, y las obras culturales como simple mercancía (gracias por el aviso, Julián).
Canon y DRM: ¿batalla ganada, guerra perdida?
Vaya, vaya, parece que la situación para el canon de los soportes digitales se pone cada vez más difícil.
La comisión de expertos que asesora al ministerio de industria ha elaborado un informe según el cual:
"El canon de copia privada es un sistema manifiestamente ineficaz e imperfecto" y "puede afectar seriamente al desarrollo de la sociedad de la información".
Lo cuentan en El País, La comisión de expertos que asesora a Montilla exige el fin del canon (vía Barrapunto). Y la Comisión Europea parece que también comienza a poner trabas al canon: Órdago de Bruselas a autores y compositores. Pero mucho cuidado, si cambiamos canon por DRM saldremos perdiendo.
La nueva ley de propiedad intelectual está en el Senado, el último trámite antes de ser aprobada. En ella se consagra el canon sobre los soportes digitales (CD, DVD, Mini-Disc, grabadoras, etc.) que aunque ahora lo pagan no figuraba en la ley. Y se abre la puerta para que paguen canon los reproductores MP3 de música digital, los discos duros de los ordenadores…
La comisión está formada por Manuel Castells, Jesús Banegas, presidente de la patronal tecnológica Aetic; Amparo Moraleda, presidenta de IBM, y Emilio Ontiveros, catedrático de Economía de la Universidad Autónoma de Madrid.
Pero lo más importante en este asunto y que lo devela un comentario en Barrapunto: si aceptamos suprimir el canon y en cambio admitimos el uso de los DRM entonces perderemos más de lo que ganamos.
Y no vale eso que dicen los integristas tecnófilos: 'no importa, cualquiera puede romper un DRM'. No es cierto, eso requiere tiempo, esfuerzo y conocimientos. La imposición generalizada de DRM significa la pérdida de formas de uso de la cultura, que pasa a estar gobernada por tecnologías que imponen las empresas de producción cultural. No al canon en soportes digitales, pero no a los DRM. Si aceptamos los segundos perderemos más de lo que ganamos.