Archive for the ‘Videojuegos’ Category
Busco jugadores de Second Life
Estoy preparando un artículo sobre Second Life. La chica de la imagen de arriba soy yo. Bueno, mi avatar. La última vez que jugué a un videojuego tenía que matar naves. Lo ahcía en el bar de la piscina de mi pueblo. La verdad es que yo era bueno. Jugábamos por parejas. Uno manejaba el cotarro y disparaba las bombas, mientras su compañero mantenía pulsado el disparado láser. Una emoción!!
Con Second Life estoy alucinando. Peor lo cierto es que los videojuegos es un tema demasiado gordo como para meterme ahora con ello. Quizás en el futuro. Bastante tengo ahora con vosotros.
De nuevo: la chica de la foto soy yo en Second Life. No diré como se llama por si me da por armar un escándalo en el juego, que no puedan atribuírmelo. En realidad había elegido un flurby como avatar, una especie de coneja gigante, pero cuando la cosa ha comenzado a andar mi avatar era esta señora, con buena presencia. No sé donde esta el error. Veré si puedo re-transformarme en coneja/flurby, que es lo que quiero ser.
A lo que voy, tengo que escribir un artículo sobre Second Life, si jugáis o conocéis a alguien que juega y podéis pasarme el contacto, os quedaría agradecido. Para contactarme, en la página de contacto.
Precisamente hoy reseña Enrique Dans que Reuters abre oficina en Second Life. Espero que la cosa no me enganche. Bastante tengo ya con los blogger, como para dispersarme por otros mundos de dios. Yo he ido recopilando en los últimos días algunos enlaces sobre Second Life en delicious.
Sobre las culturas democráticas
El problema de los análisis sobre la Red y el mundo digital es que escasean las posturas realistas. Las opiniones sobre lo que la Red es se agarran al catastrofismo catastrofismo apocalíptico (de quienes conciben Internet como un espacio criminal, los videojuegos como una perversión pasiva…) en unas ocasiones, mientras en otras recurren al idealismo utópico: los videojuegos como la panacea de un ocio pretendídamente democrático.
Así, mientras unos tachan a los videojuegos de actividad pasiva, virtual (despectivamente) y aislada, otros consideran al videojuego como ‘La democratización del entretenimiento, así al menos es como se titula el artículo escrito por Greg Costikyan, The Democratization of Entertainment (vía Barrapunto). El problema en un caso u otro, para las utopías del mundo digital o los distópicos de la Red, es la concepción esencialista de la tecnología: la tecnología es buena o mala, sin pararse a analizar las formas concretas de uso, las redes de elementos tan complejas que hacen que la tecnología tome una trayectoria y otra (y nosotros con ella).
Esa visión que le lleva a Costikyan a decir que: “los videojuegos son esencialmente democráticos por naturaleza”. Una opinión similar a la que mantienen en You Play World of Warcraft? You're Hired!, uno de losa rtículos que publican en el número de abril de Wired, con el tema principal de la revista dedicado a los videojuegos: The New World of Games.
Que uno pueda hacer que su nave suba o baja, que su personaje dispare en un sentido o en otro… no es exactamente mucho más democrático que mi capacidad para imaginar a Aureliano Buendía más alto o más bajo que lo que otro se lo imaginaría. ¿Es más democrático (i) un libro, que te da libertad para imaginar a tus personajes, para poner textura a los escenarios en los que transcurre su acción, etc. (ii) una película que pone rostro y da forma a cada uno de esos detalles (iii) o un videojuego que hace casi lo mismo?. Visto con esta perspectiva, uno puede clasificar como más 'democrático' un libro, quizás un videojuego después y una felícula finalmente.
El problema no es exactamente el diseño de uso/consumo de las obras, sino las posibilidades que los ciudadanos tenemos para 'apropiarnos' de ellas posteriormente y re-usarlas. Que yo o mis hijos futuros no puedan participar en la elaboración del próximo Harry Potter no es un problema, el problema es que no puedan crear relatos de fan-fiction usando los personajes de su saga favorita.
En el fondo, un videojuego tiene tantas normas de uso y es tan dictatorial/democrático como cualquier otra obra. El problema no es que yo no participe en el argumento de mis libros, películas, música, etc. favoritas (como ninguno de vosotros participáis en la redacción de este artículo), sino que después de haberla visto, leído, escuchado pueda usarla para ilustrar una clase, realizar una parodia, elaborar una remezcla, ahí es donde reside el verdadero diseño de una cultura democrática.