Archive for the ‘Confesiones’ Category
Hay que tomar partido
Es hora de regresar, retomar los vínculos pasados, regenerarlos, crear nuevos… como dice una de mis bloggers, produce una sensación de alivio dejar de bloguear, pero al mismo tiempo te pasan por delante historias que uno querría airear en el blog pero que “se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia” (no me pondré más sentimental). Yo soy de los que hablan poco, pero a los que el blog le da ganas de hablar.
Y para hablar, y llegados a este punto, no queda más remedio que tomar partido. Como me decía otro de mis bloggers justo cuando estaba a punto de echarse encima el estío (otro día tendré que explicar, explicarme y explicarles a los interesados eso del posesivo) “Adolfo, ¿tú, de qué lado estás?”. La gente que me rodea últimamente toman partido por mil y una causas diferentes. Muchos de los bloggers que he conocido son de los que toman partido, se exponen y apechugan con las consecuencias. Hay otros que toman pero no dan, que se posicionan pero parecen no asumir lo que exigen.
El caso es que después de abandonar la Blogosfera es hora de regresar. He ido dejando cosas pendientes en los últimos meses: comentarios que responder, post que escribir, documentos que publicar, enlaces que trabar, … estaba fuera. Y en este tiempo hay quien ha cambiado de dominio, quien ha cambiado de diseño, los que se han peleado con su operador de móvil, las que han cambiado de trabajo, los que han segiuido ininterrumpidamente blogueando, los que han blogueado impenitentemente, y los que no han dejado de batallar…
Ahora me quedan dos años por delante para escribir una bonita historia con pátina científica, mi monografía. Dos años para narrar algo digno de ser leído y disfrutar en el empeño. Para narrar lo que he conocido en estos dos años previos entre bloggers. Normalmente los que hacen etnografías regresan a casa, rompen vínculos (al menos temporalmente) con quienes les han ayudado y a quienes trata de comprender, y se dedican a escribir. Creo que no podré seguir el manual al pide de la letra, de manera que añadiré otro punto más de heterodoxia al trabajo que estoy haciendo. Es hora de comenzar.
Buscando un poco de distancia
Hoy va de confesiones. Parece que lo que comenzó como un blog de investigación acaba convertido en una especie de diario íntimo en el que airear mis vergüenzas, aunque siempre manteniendo el control, ya se sabe, lo de airear la intimidad es una ficción (¿verdad?).
El caso es que llevo más de un mes sin escribir. Bastante más de un mes. Ni tenía ganas ni tenía mucho que contar. Y no tenía mucho que contar porque casi he dejado (a la fuerza, o forzándome) de leer blogs. Mi vida ha andado revuelta en las últimas semanas, con muchos cambios. Y los cambios siempre son dolorosos. Me mudé de casa y de hábitos. Y casi estoy a punto de mudarme de vida.
Y los hábitos… eso sí que cuesta reconstruirlos. Comenzar a habitar de nuevo es un esfuerzo continuo.
¿Y esto es un blog de investigación?, ¿un blog de campo? Los ortodoxos acabarán por expulsarme de la academia. ¡Al carajo! Para esto son los blogs, me ha enseñado un blogger marginal y lúcido al que he acabado tomándole mucho cariño (uno del puñado al que he tomado cariño (vaya, se me saltarán las lágrimas)).
El caso es que este estado tumultuoso ha ido a coincidir con el momento justo en el que debía cerrar una parte de mi investigación. La parte que toca al blog. O sea, que como dicen por la tierra donde nací se han juntado el hambre con las ganas de comer. Pero cerrar esta parte de mi investigación no significa cerrar el blog. En realidad no sé lo que significa.
Lo que tengo claro es que necesito tomar un poco de distancia.
Y escribir en el blog te sumerge en una red tan tupida que no te deja ver lo que estás haciendo. O escribes o piensas sobre lo que has escrito, pero las dos cosas no soy capaz de hacerlas. Y no es que no se pueda. Pero yo no puedo. Necesito poner un poco de distancia.
De momento seguiré manteniendo una siesta prolongada de la escritura. Y lo que tengo por seguro es que no creo que pueda abandonar definitivamente el blog. Necesito buscar un encaje para la escritura del blog una vez que me quite la vestimenta de etnógrafo (ya sé que a una persona que quizá lea esto por azar lo del ‘etnógrafo’ le resultará un punto rimbombante, “ja veurem”). El caso es que necesito repensar cómo organizar las ‘pinches’ relaciones que mantengo en el campo una vez que he abandonado el campo (¿puede abandonarse el campo si las relaciones se mantienen?).
Pues quizás no puedo abandonarlo porque he conocido a demasiada gente a través de esta pantalla, he dormido en sus casas, he comido en la misma mesa que ellos, hemos bebido juntos, salido de fiesta, hemos viajado a los mismos sitios… y sobre todo me han enseñado qué es eso de ser blogger con una enorme generosidad que no sé si podré compensar en algún momento.
Trataré de ser honesto con lo que escriba a partir de ahora, es lo único que puede ofrecer como pago a la deuda adquirida. Y más adelante, sin duda, tendré que seguir escribiendo. Es un imperativo vital para mantener ese débil e intenso vínculo que circula a través de nuestras pantallas.
Comienzo a ponerme pastelero y esto más que un post toma tintes de carta de despedida, cuando no lo es. De manera que seguiremos leyéndonos. Por el momento, disfrutad, si podéis, de la canícula. “Ens veiem”.
[La foto, cortesía de mi ‘compa’ tesista]
Supongo que es hora de continuar
O no. El caso es que después de estas semanas me doy cuenta de lo sencillo que resulta desparecer de la pinche Blogosfera sin dejar ni rastro. Y no deja de ser decepcionante, o quizás insatisfactorio, o frustrante. Supongo que no nos queda nada a lo que agarrarnos. Y para no pagarme un psicólogo pues me desahogo con uno de esos post que sólo puede entender el que los escribe. También los investigadores pasan sus malas rachas, como cualquiera. Y bien es cierto que no deberían airearlas en mitad de su trabajo (¿no debrían?), pero claro, ¿dónde comienza y termina el trabajo cuando del blog se trata?. Y todo esto se junta con un paulatino proceso de abandono de la Blogosfera. Se acerca en el momento en el que debo, como dicen los etnógrafos, abandonar el campo. Y aún me queda por decidir si eso significa dejar de escribir el blog. He de reconocer que sería como una liberación, y soy consciente de lo mucho que perdería.
Pues así están las cosas. De momento la semana próxima la pasaré en Madrid. Lunes y martes en un curso del Escorial. Jueves y viernes en Inclusiva. Trataré de ver a mis blogueros y blogueras de cabecera, que son un buen puñado de buena gente. Y a alguno que sólo me trata por el skype o el GTalk. Y descansaré de Barcelona por unos días, que falta me hace.
Yo no soy gitano, ¿soy blogger?
Mi directora de tesis (una de ellas, E.) hizo su tesina de investigación sobre los gitanos. Se fue a Granada y se puso a vivir con ellos. Comía con ellos, conversaba con ellos, les preguntaba sobre esto y lo otro, y sobre todo les dejaba que hablasen mucho, que es a fin de cuentas lo que tiene que hacer un etnógrafo. Dejar que hablen los otros mientras él escucha.
Durante esos meses, pasó por gitana, aunque no lo fuera. La aceptaban como una más, aún sabiendo que no era de los suyos, y ella se comportaba como gitana, aún a sabiendas de que no podía serlo completamente, porque entonces hubiera perdido la distancia con aquello que investigaba (sí, ya sé que eso de la distancia es un mito, pero mantengámoslo un momento).
Y yo, que no soy gitano, ¿soy blogger?
Cada vez que tengo momentos de trabajo álgido, en los que el trabajo académico se me come el tiempo del blog, me entran remordimientos y me doy cuenta de que… bueno, tampoco yo alcanzo a ser blogger, creo. Paso una semana sin escribir, y quienes se pasan por aquí comentando me dejan con razón sus reproches:
Señores pensaba que este blog era diferente, pero veo que es igual de aburrido que los otros. Intentando profundizar en aspectos técnicos, como si nos fuera la vida en ello… El autor no participa de su propio foro, y los demás, ¿siempre estais aquí los mismos? ¿siempre hablais de “internet”?
Que sea aburrido, quizás no lo puedo evitar. Pero responder a los comentarios, como debería ser, eso si lo puedo evitar, pero se me escapa. Será que no alcanzo a ser blogger. Todavía