El robot sarcástico
Vaya, vaya, parece que va a haber que pedirle seriamente responsabilidades al robot de Google, vía Barrapunto. La tribuna del defensor del lector de El País, Sebastián Serrano, del domingo pasado (comienza a ser habitual que trate temas de la edición digital del periódico), es absolutamente genial. Se titulaba Sarcasmo tecnológico, un lector enviaba su queja:
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El lector concretaba su queja en tres pequeños anuncios que figuraban ese día al final de un artículo titulado El salto de la patera a la piragua y cuyo subtítulo precisaba: ‘Los traficantes de inmigrantes aumentan el tamaño y la potencia de sus embarcaciones para rentabilizar más sus viajes hacia España’.
El dramatismo del artículo contrastaba con los textos de los anuncios, seleccionados por un robot virtual de escasa sensibilidad social. En el primero se podía leer: “Préstamos inmigrantes. Cumplir tus sueños nunca fue tan fácil. Decide sólo cómo y cuánto”. En el segundo: “Barcos crucero. Alquiler de barcos sin licencia por los ríos y canales de Europa”. Y en el tercero: “Todo para el piragüista. Piraguas, kayaks, canoas”.
Serrano prueba y se encuentra con otros tantos anuncios tan sacados de quicio cuando entra en artículos sobre la bronquitis de Otegui o el tesorero del partido de Blair. El ‘robot sarcástico’, llama al sistema de anuncios. Es un sistema automático que resulta imposible (¿?) de controlar automáticamente, de manera que ¿habría que pedir a los robots del futuro un poco de sensibilidad humana?, quizás debería añadirse a las famosas leyes de Asimov.
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